Se dice que la costanera de Puerto Natales es la más linda del mundo. Razones no faltan para creerlo, pocos pueblos en el planeta se enfrentan a una cadena montañosa y a glaciares conformando una vista privilegiada.

Sin embargo, la estructura de la costanera se encuentra falta de mantenimiento y dejada a su suerte por el municipio de la localidad.

Un breve paseo desde la entrada a la ciudad hasta el otro extremo del sector permite descubrir la indiferencia bajo la cual sobrevive esta área de gran trascendencia turística. Después de todo, casi lo primero que recorren los visitantes antes de viajar al Parque Nacional Torres del Paine es la famosa costanera.

El municipio anunció el mes pasado que el Consejo Regional aprobó un financiamiento por más de $6000 millones, que se suman a un financiamiento sectorial por otros $3000, para el mejoramiento del tramo 4 de la costanera.

Mientras esperamos las obras la costanera se observa en mal estado, con luminarias quemadas o ausentes, carteles rayados, pisos agrietados o rotos, basura y escombros. Hay más.

En el ingreso se encuentra el querido y ya gris Milodón en un espacio francamente pobre, descolorido en donde al menos uno de los focos que lo iluminan está fuera de servicio y de lugar.

Los asientos de madera que dan al mar piden a gritos una manito de barniz, los carteles turísticos están dañados y los basureros “intervenidos” con graffittis no muy creativos, también hay escombros y otros carteles informativos donde no se lee nada.

Este panorama lleva años y el verano que nos expone ante miles de ciudadanos de otros países está a la vuelta de la esquina. El barniz, por lo menos, no es tan caro. Ni debe ser muy complejo arreglar los focos heridos y con sus cables colgando.