Los años por venir en Magallanes deberían estar plenamente enfocados, por parte de sus gobernantes, a lograr que esta se convierta en la primera región desarrollada de Chile y de Latinoamérica.
Existe la plataforma económica y social para conseguirlo aunque parezca un objetivo propio de Finlandia y Noruega. Magallanes exporta por más de USD 1200 millones y el porcentaje mayoritario de esta cifra está compuesta por las ventas de salmón y metanol. El resto lo completan otros productos del mar y el campo principalmente, según cifras oficiales.
Los países desarrollados como Noruega o Irlanda exhiben en promedio cifras globales de exportación superiores a los USD 200.000 millones. Chile todavía araña los USD 100.000 gracias a sus exportaciones de cobre, salmones y litio, que se encuentran a la cabeza de la lista.
A las fuentes de ingresos provenientes del mar y el gas, Magallanes suma su participación en la torta del turismo en Patagonia. Se estima que unos 250 mil turistas pasan por el Parque Nacional Torres del Paine el principal punto de atracción de turistas de todo el planeta.
Ese número de visitantes derrama sólo en Puerto Natales alrededor de USD 100 millones en gastos relacionados con alojamiento, comida, regalos, tours, se desprende de datos del sector. Otros USD 100 millones se distribuyen en Magallanes por concepto de salarios de la salmonicultura y empresas que brindan servicios.
A esta más que interesante ecuación comienza a acoplarse el mega proyecto del hidrógeno verde que anunció inversiones a mediano plazo superiores a los USD 10.000 millones. Todavía es difícil calcular qué efecto tendrá en la región la puesta en marcha de un sector que promete convertirse en un fuerte captador de dólares para el país gracias a sus ventas.
A este análisis no le escapa que todavía pueden considerarse pocos o escasos los visitantes a Torres del Paine a pesar de la histórica promoción que recibe el lugar. Parques de similares dimensiones en Estados Unidos cuentan millones de visitas por temporada. También es obvio que el sur tiene las condiciones necesarias para poseer su propia temporada de invierno lo que generaría un sustancial cambio en la dinámica comercial del sector.
La posibilidad de que en un tiempo no extenso Puerto Natales y Punta Arenas queden unidas por un camino que ahorra cerca de 100 kilómetros es otro elemento que juega a favor del desarrollo de ambas comunidades.
Las cartas están sobre la mesa y parece que solo falta profundizar en el trabajo existente. Desde ya no abundan los espacios destinados a la educación técnica (no se entiende que no se impartan en Natales carreras vinculadas a la acuicultura), mejora real del sistema de salud y el regreso de la inversión pública que en los últimos años ha brillado por su ausencia.
Quienes gobiernan la provincia tienen la obligación de seducir a los posibles inversores. Generar el relato correcto para que lleguen las apuestas a una zona que por décadas no hizo más que crecer y disminuir sus niveles de pobreza.