Por Claudio Andrade
Días atrás se presentó en Punta Arenas la cartera de obras que abarcará el Plan Zonas Extremas II. No hay sorpresas.
Tampoco se puede negar que son bienvenidas obras que mejoren el estándar de la salud, la circulación púbblica y la educación de nuestra sociedad (al menos parcialmente), pero la inversión global se hace escasa (cerca de USD 700 millones) , más aun si se la piensa a lo largo de una década (a unos USD 65 millones por año en promedio) y se queda corta en materia creativa.
De cara al futuro Magallanes se enfrenta a nuevos desafíos, pero es como si la autoridad imaginara que en la región no hay demasiado por inventar o agregar.
Existe un aroma, una energía, una “vibra” que emana desde la planificación gubernamental centralista, que hace pensar que ciertos funcionarios no esperan que Magallanes se parezca a Finlandia o Noruega sino sobre todo al Magallanes de hace un siglo. Para ellos menos es más.
Es curioso que no se impulse la construcción de escuelas de formación técnica o no se establezcan puentes con la industria para entender qué hace falta en la región a fin de seguir impulsando su crecimiento económico.
En esto el papel de los municipios y sus referentes resulta clave.
No es un secreto que a Magallanes le hacen falta profesionales técnicos (electricistas, gasistas, carpinteros, largo etc) y que tampoco abundan cursos de perfeccionamiento o carreras vinculadas al mar y la acuicultura en una región que exporta más de USD 800 millones anuales en concepto de salmones, trucha, erizos, centolla, bacalao y merluza. En más de un sentido, Magallanes todavía le da la espalda al mar en lugar de mirarlo de frente.
La región recibe otros USD 400 millones por turismo y tampoco se observa que en esta materia el gobierno desarrolle un impulso “brutal” o “llamativo” si quiera. Se han hecho esfuerzos, pero nunca son suficientes. Alrededor de 300 mil turistas extranjeros y nacionales llegan por temporada al Parque Nacional Torres del Paine. Hay que reconocerlo, son pocos. El Chaltén ya llegó a los 1.125.000, según números oficiales. Y la pequeña localidad de Santa Cruz, Argentina, se fundó 12 de octubre de 1985.
Por su lado, la Zona Franca de Punta Arenas recibe unos 250 mil argentinos por año.
Tanto Puerto Natales como Punta Arenas necesitan sumergirse de lleno en el mundo de esos negocios en los cuales todavía puede llevar alguna ventaja en esta época de incertidumbre.
La salmonicultura, el turismo, el mar en general, lo que aun se sostiene del campo, constituyen sus piezas fundamentales del tiempo actual. Los esfuerzos deberían concentrarse en empoderar aquello para lo que somos buenos.